Crepúsculo

Un océano de luz ilumina un rincón de la habitación.
El olor a parafina perfuma sus besos.
Cierro los ojos y los vuelvo abrir por el café con leche que entra en el aire.
Me derrito, como chocolate blanco en rama, cada vez que su acústica me nombra.
Y mil fotos mentales, inmortalizan el tiempo que no pasa en su mirada.
Una púa en mi billetera.
Un beso en la frente.
Y una bolsa de pochoclos recién empezada.
Ese predecible best seller lo convirtió en el vampiro de mis noches.
El vampiro me salvó de la muerte y de la soledad.
Modifica mi percepción.
Una obra de arte pendiente, y mil caprichos por conceder.
Suyos y míos.
Planes en dirección al mar, en linea recta.
El desayuno, tan eterno como cada segundo a su lado.
Eterno en el sentido de atemporal. Hermosamente atemporal.

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