Cielo de terraza


Extrañé estos buenos aires como si por un momento hubiera querido irme realmente. (si claro..)
Nunca salí de mi país, al menos no de mi gente ni de mi música.
El agua, tan fría como la que siempre conocí, me hizo sentir como en casa, aunque aislada de una voz que días atrás me hacia dormir tranquila.
Esa voz resonó en mi cabeza los 15 días en Brasil.
Me prometía que estaría acá cuando volviera. Así fue.

El movimiento de la hamaca en la terraza, y el sonido del mar de fondo, me traían a nuestro calor insoportable y húmedo. No de mar, sino de stress de ciudad.
No de descanso, sino de aburrimiento y trabajo sin cesar.
Pero de cultura y arte. De espacio para todo: para escaparse, y para encerrarse.

Que bueno volver, siempre.



Volveré siempre.

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