Un hombre de pelo largo, negro, nos invitaba a volar por París de su mano. Íbamos los 3 a gran velocidad, sobre los árboles de los jardines parisinos, y podíamos tocar sus hojas con las manos. Yo observaba todo lo que no había visto en los 4 días que habíamos estado con mati, y pensaba que esta era la razón por la cual habíamos dejado cosas pendientes. Esta era la manera en que la debía disfrutar. Viéndo la hermosa ciudad desde el cielo, en un día soleado y azul. De a poco aumentábamos la velocidad, y veíamos el Louvre desde arriba, "que hermoso es de día" pensé... La pirámide de cristal reflejaba los rayos del sol, y nos reflejaba a nosotros cuando pasábamos por arriba. Me sentía realizada. Sentía que ya no nos debíamos nada. Que era el cierre perfecto para nuestro hermoso viaje a París.

Cuando me desperté, la sensación de realización me acompañó durante el viaje a retiro, desde la cama de Mati.
Nunca había soñado con volar. La sensación de libertar mezclada con adrenalina, es indescriptible.
Y creo que nunca voy a olvidar este sueño, como no voy a olvidar que estuve en parís y vi el Louvre de noche. No voy a olvidar la lluvia reflejada en el cristal, y las luces en los charcos de agua a sus pies. No voy a olvidar la quietud de esa noche, cuando el Louvre fue solo nuestro y de nadie más.