[Pueblo mío, que estás en la colina]

Vuelan hojas de colores por el viento de tu cara y se disuelven en el rayo de atardecer.
Frío el aire que te cubre. Cuanto mas me acerco, más duele enloquecer.
Viajo al suelo que nos une. Nuestros pies, en tierra helada.
Vuelvo pensando en lo que será de nosotros mañana.
Quieto espacio ensordecedor y vacío. De engaños, estafas e individualismo.
Defrauda a un alma enamorada de uno mismo.
Enamorada del color de su sábana. Del sol en su ombligo.
Sonido que emanaba hogar.
Hogar que emanaba nostalgia.
Ahora quiero volar.
A algún lugar donde realmente exista la magia
Exijo respuestas que no caben en páginas.
Exijo secretos que no caben en cajas.
Me escapo al olvido de un pueblo rendido.
Me niego a ver cómo su luz se apaga.
El tiempo me engaña y promete y defrauda.
Permite la espera de un momento que no llega.
De una etapa que ya no será.
Me hundo en el derrotismo de versos críticos
De líneas cansadas del olor a humo y metal.
No duermen sin techo
No comen sin pan.
No podemos soñar despiertos con lo que nuestro suelo no nos puede dar.
Con el no llega el otoño. Y con él las hojas que se van.
Se van todos.
Los sueños se van.

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