No importa cuan profundo el color del pincel. Si mientras cantamos todo es igual de azul.
Vamos solos por el mundo poblado sin siquiera vender el alma al diablo.
Borramos recuerdo de botellas en el tiempo, mandamos mensaje de amor al viento.
Seguimos sin ánimo por los senderos del templo
Bailamos sin ritmo bajo la descontrolada oscuridad.
Nos alimentamos de amores destructivos y vínculos quebrados.
Pero amamos sin querer casi todo lo que se nos cruza en el camino.
La melodía de una canción, como mi maestra iluminada,
Regala sus verdades a una juventud devastada.
Al fin y al cabo, todo será distinto allá adelante.
Y miraremos hacia acá como si hubiera sido lo mejor de un presente sobrevaluado.
Los mejores besos, el mejor amor, la pasión verdadera.
Usaremos nuestra mente superpoderosa para afirmar que todo fue lo que quisimos.
Hacemos arte por todos lados, llueve arte en las esquinas.
Cómo se siente?
Como el mar eternamente en el mismo lugar apoderándose de nuestro mundo.
No.
Como una imagen que se imprime sola sobre plata invisible.
Indestructible.
No.
Como independientes palabras que en la música navegan irónicamente mostrándonos que no entendemos nada.
Tan superior a nosotros como el tiempo haciéndose muerte.
Dedico mis años a entenderlo.
Regalemos revolución con el tiempo que tengamos para ver mejor.
Vemos mejor en estos años cegadores.