“Diciembre de 2007, Pizza Party de despedida, cena egresados”

A mí alrededor hay una atmósfera de tristeza que no me afecta en absoluto.
Como si me rodeara un campo de fuerza invisible.
No lo puedo sentir, ni saber con certeza que está ahí..
Pero sin embargo algo me protege.

Entramos.
Todos cantan menos yo.

Es un día igual a cualquier otro.
Solo que fríamente sé que es el último.

Estoy parada donde me paré otras 300 veces como mínimo
Nada nuevo...

Los más chicos en el fondo están explotando globos.
Se me parte la cabeza.
El dolor va en aumento.
No sé si es por el ruido insoportable que hacen los globos al explotar,
O por los flashes que rebotan en mis ojos por las fotos que tanto nos sacan.

Mamá está llorando de la emoción.
“Lo hiciste Sofi” dice... “Terminaste el cole”

La repartición de pizza por la cena de egresados es un quilombo.
Los mozos entran por la puerta del gimnasio,
Y los padres hambrientos con sus hijos, se avalanchan sobre ellos y comen sus repetidas porciones,
Mientras que los que estamos alejados de las puertas nisiquiera sabemos qué tipo de pizza están ofreciendo...

Así siguió toda la noche.
Nadie entendió que la pizza alcanzaba para todos.

Los globos siguen explotando.
Ya no aguanto la resonancia de este gimnasio.
El sonido rebota como haciéndose escuchar.
Como si no quisiera pasar desapercibido.

Yo lo escucho inevitablemente.
El esfuerzo que hago para soportarlo es inhumano.
El ruido no me deja disfrutar la noche.
Si no fuese por los globos podría concentrarme en entender cuánto voy a extrañar este gimnasio.

Pero no estoy concentrada en eso...
Sino en mi dolor de cabeza.
Quiero irme a dormir.
Mañana probablemente este dolor de cabeza desaparezca.

Definitivamente son los globos.

Magui Fernández: - So, nos juntamos en el rio después de esto... venis?
Yo: - No, yo paso, se me parte la cabeza...

(Ahí va mi espíritu entusiasta, sensible, melancólico, estudiantil.)

Me desperté relativamente tarde,
Al lado de Charco.
Era el primer día de mi nueva vida.
Pero nisiquiera esa mañana fui conciente del cambio.

Fuimos juntos a desayunar.
Mientras viajábamos en la camioneta hacia el McDonalds, vi autos pasar
Vi el semáforo cambiar de color
Lo vi rojo
Luego amarillo
Y avanzamos cuando estuvo verde.
Dejamos cruzar la calle a una señora que no se dio cuenta que empezó a caminar cuando el hombrecito todavía no le ofrecía el paso...
Pero Charco la dejó pasar igual...
Pobre señora....

Fuimos en silencio.
Por nada en especial,
Solo que no tenemos mucho que hablar últimamente.

Si Charco me hubiera preguntado cómo me sentía esa mañana en particular...
Le hubiera contestado:
“Normal”