Arma

No se cómo aún no has visto a mis ojos clavando dagas al tiempo. Si el peso del cuerpo reclama la vida que se va perdiendo en la arena. Constante incomprendida de una única incógnita válida, el dejarse ser sin más que todo cuanto se pueda contar con los dedos de una mano. Magia más que nada, cuando el entendimiento no alcanza, el universo se sigue moviendo, y acá estamos mirándonos entre nosotros como si alguien estuviera guardándose alguna respuesta, como si no fuera a compartirla con el resto de los inseguros y desesperanzados mortales. Pero una sonrisa alcanza para opacar tanta incertidumbre, porque no se nada, ni nunca lo supe. El cuerpo flota sin esfuerzo, no hay paredes, no hay sogas, no hay agua, no hay nada, y sin embargo tan estable, inmutable y poderosa postura frente a eso que amenaza sin rostro ni voz. Anónimo, pagano frente a la fortaleza sagrada del escudo traslúcido. Yo sí tengo voz.

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