Está lloviendo y extraño un poco tu cama, quisiera no tener que esperar el 76 para abrazarte. Hace un poco de frío y estoy leyendo los lamentos de Alejandra, ojalá pudiera leerlos con tu consuelo a mano, un mimo y un mate cocido, y que el silencio sea compañía perfecta, como es cada momento a tu lado.
Los labios salados por un par de lágrimas, pero no son del vacío que me invadía ayer, ni de preocupaciones que interfieren mis días. Son tal vez por este libro que tengo en mis manos por culpa de la telepatía, o de la sensación que me quedó en la piel de tu manera de abrazarme esa noche entre la gente, del talento que tenés para multiplicar las realidades, envolverme en el silencio de una canción explosiva.
Cómo es que te conozco de toda la vida? Sé que cada mañana, si es con vos que me levanto, estará cubierta de dulzura, y si la lluvia cae, será pura música, y si llega la noche será para que las estrellas se muestren. Se que todo está bien en el camino y que las palabras dan calma.
Siento la mente despejada y el cuerpo liviano. Toda mi vida creí que era indispensable la respuesta a un "por qué" Mi mamá me decía cuando era chiquita, ""porque sí" no es una respuesta"... Pensar que un "no se" es satisfactorio ante una pregunta de semejante calibre, me hace sonreír de azul. Porque entre nosotros solo hablan las almas, que se entienden mucho más. El brillo en la mirada, y el abrazo eterno, cada vez más fuerte, hasta no poder apretar más, aunque quisiera apretar más, y más, hasta aprender que nunca vas a desaparecer. Cada gesto es conexión. Cada caricia habla por sí sola.

Tengo la mente cargada de recuerdos imposibles (por una cuestión de tiempo y espacio), y de palabras que aún no te voy a decir. Pero hay algunas que ya dije:
"Solo palabras para no pronunciar lo indecible.