Simpatía por el Diablo

"Dame un zoom", y pienso en un solo beso.
Tus comisuras.
El tiempo se congela en un recuerdo estático y flotante que no avanza ni retrocede.
Ahora no duele, ni quema, ni envejece.
Un extraño, de miles de otras vidas, pasadas, futuras e inevitables.
El tacto de una piel desconocida. Ilusión.
El olor a vainilla en la nuca.
Los músculos que se tensan al reconocer el sonido de una tímida voz.
Agobiante y abarcativa voz, hermosa y frágil, de acero inolvidable.
Me pregunto si seguirá ahí o se habrá perdido en el cruce de presentes que hubo en algún punto de nuestro universo privado.

Apretándome la mano con tristeza en su media sonrisa.
Se pasea por el planeta como si quisiera saborearlo todo.
La soledad y la frustación le ganan la batalla a veces.
Pero vuelve a levantarse en un acorde exasperante.

No reconozco ese mundo.
Siento como si no hubiera entrado nunca, ni hubiera tenido que salir tampoco.
Salgo del mío propio en un viaje astral, lo observo, y tampoco me resulta familiar.
Miro desde sus ojos pero todo parece cambiar de forma.
Parece haber cambiado de forma.

Encontré canciones que hablan de mí.
Y encontré canciones que hablan de vos.
Estoy segura de que nunca escuchaste hablar del júbilo dorado.
Y así tan extraño es como te siento, lejano.
Como el agua despositada en los adoquines del Louvre.
Crema de estrellas.
Lluvia a media noche.
París.
Comprendí la intimidad de una carta.
Y lo hermoso que es ver a un poeta llorar.
Y aprendí que la poesía es la única verdad.
Y que la carretera es la vida.
Moviéndonos a la velocidad del sonido.
Solo unos pocos conocemos el Tiempo.
Encontré belleza en la locura.
Y en las palabras de rebeldes que murieron sin ver triunfar su revolución.
Aprendí que solo me mueve mi propio impulso.
Y que no existe la desilución.

Besos y sueños en formol.
Robert los usaría para alguna de sus extravagantes obras de arte.
Y yo sonreiría al verlo escapándose con el frasco entre sus manos.
Porque siempre supe que arte era lo único que obtendríamos de todo esto.

Escorpiano y de rulos impacientes, y de pasión incontenible.
Pintó el cielo que vio surgir tu número maestro.
Ojalá lo puedas ver algún día.
Decir que sí, es la respuesta a todo.


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