El agujero de la memoria

Esquivar la mirada curiosa. La música que huye de la cárcel, mi piel, rozando las cuerdas de tu guitarra. La luz, aguda, que penetra en mis ojos cuando menos la espero. Desconcertante el sonido que me aturde cuando estás cerca. Los siento en las puntas de mis pies porque quieren correr. El pelo se enreda. La piel se enrojece. Arde la frente, y la nuca, y la yema de los dedos. El vacío se extiende alrededor mío como si fuera líquido y espeso, y ridículamente quieto. Tiempo detenido entre el silencio y el ruido extremo de una canción eterna y rebelde. Fronteras violadas. Magia desmesurada. Quiero quedarme por siempre en la nada.
La fuerza descontrolada contenida en mis rodillas que me empujan hacia adelante, sostiene el peso de todo lo que ya fue.
La esperanza de volver a sentir, de la pasión que murió ahogada en el agua clara, de la ambigüedad en la mirada, mientras decimos adiós y damos una nueva oportunidad. Ciegos y estúpidos, y jóvenes, nosotros. Que amamos sin saber amar. Que odiamos sin saber perdonar.
Volvimos de un sueño hermoso con las manos vacías, limpias; oliendo a chocolate y limón. Frío que duele en la panza. Recuerdos que nos hablan a solas. La vuelta al mundo en tan solo unas horas. Tu voz del otro lado del teléfono. Tan desconocida, y sabia, y ajena a mi mundo, y anfitriona.
Te odié tan de golpe.
Afuera, en las montañas, ya no queda nada. Ni en nuestra casa, ni en la vereda, ni en las ruedas de tu auto, ni en las hojas de tus plantas, ni en los marcos de mis cuadros, ni en todos mis regalos.
Ni en el mar que nos guardamos.
No es tu piel la que me llama a escribir. Sabés bien de mis letras, mis ideas, mis delirios. Los odiaste siempre. Y yo te soñé tantas veces leyendo mis libros de tapa dura, y escuchándome cantar, y preparándome un café, y besándome la frente.
Bailando en la arena, borro las huellas de todos los sueños que no fueron y que pasaron por mis dedos extrayendo sangre y sudor y lágrimas de inspiración absoluta.
El arte del tiempo. El arte, todo.
Me desprendo. Me vacío para llenarme.
Piso fuerte en la madera, y en las calles grises de cemento descuidado, y en el pasto seco de la plaza en que crecí, y en la vereda de tu casa - [mi casa]
Soy libre. Sonrío ahora porque lo sé.
No te escondas de mi juicio apresurado, ni de mi observación, ni de mis disparos irresponsables. Pero aunque lo hagas, soy libre de correr atrás tuyo y robarte el alma en un segundo.
Tanto amor en un fotón. Tanta luz, tanto espacio, tanto tiempo.
Cada minuto de mi vida voy a estar buscándote. Sos tan azul.
Me duele tanto tu dulzura, y tu quietud. Me envuelve en un manto fibroso y brillante.

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