Dear One:
cuantas veces me besaste sin saber quien era?
Solo por el impulso de un deseo lejano y viejo. De un recuerdo de tu juventud, de tu pureza.
Hoy cambias como la marea en una noche de invierno. O al menos así lo hiciste en un pasado cercano.
Te alejaste de mi, hasta dejaste de escribirme.
Pero todas tus letras desprolijas quedaron guardadas en mi repisa.
Con todas esas confesiones y esas sonrisas imaginarias en tus oraciones metafóricas.
Hasta puedo ver tu ceja derecha levantada...

Como entendemos nuestra manera de disfrazar las cosas.
Tanto que hasta no parecen estar disfrazadas.
Puedo ver tus ojos en esas cartas. Mirando a las hojas rayadas mientras escribís con tu mano izquierda todo lo que no me dijiste cuando estabas solo a pisos de distancia.
Ahora decís que extrañas quien eras.
Ahora queres volver al barrio y jugar a la pelota en la vereda.
Puedo ver tu cara al leer tu tristeza en letras.
Puedo verte vulnerable al aceptar tus miedos. Al aceptarme.
Puedo sentir cuanto te cuesta.

Y te adoro.
Extraño quien sos en el fondo.


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y luego de un rato, al leerlo varias veces, noto el estomago apretado.
Noto la nostalgia del tiempo que va pasando.
Me doy cuenta que amo nuestro pasado. Por eso te amo.
Me doy cuenta que amo lo que soñamos por separado. Los sueños duplicados.
Veo claramente que sos parte, lo seguís siendo.

sos la llave al olvido frustrado de mis recuerdos.
sos el atajo a mis silencios.
Sos el que aguarda en la puerta de mis censuras, impidiendome el paso.

Sos el angel, que disfrazado de amigo, me amo en numerosas oportunidades y disfrutó ser amado. Para luego tirar al olvido cada beso negado.