Un año con ganas

Al doblar la esquina un ejercito de preguntas alcanza mi paso de prepo y me obliga a frenar.
Miro al suelo, acepto el interrogante, y me dedico a contestar.
Nunca había mirado así el cielo, no con esas ganas de entender su profundidad.
Siempre sentí lo circular de sus paredes a nuestro al rededor,
pero cuan importante es el mundo en realidad?
Desde la montaña se ve así:
Circular (envolvente) profundo y azul.
Somos tan pequeños.
Dentro de todo.

La inmensidad de este tiempo me empuja a apretarme.
Le debo un café al mejor poeta de la fiesta
Y una risa al hombre del jardín.
Y un consejo a quien inunda el ascensor con su perfume.
Y me los debo a mí.

Le debo una cena a las otras tres partes de este todo
Un picnic a lo más azul de mi vida
Y una rutina a los mejores recuerdos de mi infancia.
Y me los debo a mí.

Sin embargo cierro los ojos nuevamente
como suelo hacerlo cuando camino por la vereda.
Y siento la quietud del verano pegándome en la cara.
Se siente como pensé que no se volvería a sentir.
Y me encanta este comienzo de un año sin respiro, y lleno de ganas.

Esas ganas son las que me acompañan cada día.
Ganas de crecer, de amar, de sacar fotos y de acompañar.

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