Un poco de luz en el cuarto oscuro

Abrí los ojos y la pluma seguía ahí, al lado mío, posada sobre la sábana con sus colores intactos que en realidad solo distinguía de memoria en la oscuridad de mi cuarto.
Una calma consoladora me ayudó a volver a dormirme con la tranquilidad de que al fin pasaba una noche sin tener pesadillas. Cerré los ojos y mantuve esa imágen azul tan imposiblemente nítida. Ahora creo que ni siquiera había abierto del todo los ojos, pero podía ver claramente que esta vez, esta noche, no había absolutamente nada amenazador a mi alrededor. La seguridad de un abrazo invisible calmó mis pensamientos más oscuros. Quedaron en el fondo de mi cabeza como recuerdos con los que tengo que vivir para siempre pero que hoy, por alguna razón, no perturban.
La luz que se desprende del polvo de una vida que me fue ajena. Aunque siempre cerca mío como un fantasma en la noche. Llegó al fin de su existencia, anónima e inconclusa,  pero tan inspiradora que me llena de una culpa injusta e invasiva.
Soy lo mejor que he llegado a ser, y espero que eso te alcance.
Hace unos pocos minutos, la hoja limpia y vacía me miraba expectante.
Ahora me observa llorar con el alma el agradecimiento que nunca podré expresar completamente a la vida.

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