Volver al futuro

Nos escapamos del descarado invierno en un vuelo sin escalas al incierto aeropuerto.
Al anaranjado verano.
Llegamos a la hora mágica con la lente preparada, y el exposímetro en la mano. Miré -noté- que a la altura de mi cintura, el atardecer desconocido se grababa en mi memoria como una canción conmovedora.
Dejamos las valijas en la habitación, y dormimos unas horas memorizando el sabor de ese aire nuevo. Luego volvimos a bajar la escalera caracol para tomar una cerveza y dejar que las calles nos den la bienvenida. La que tantas horas de vuelo esperamos.
Nos reímos a carcajadas mientras brindábamos con los ojos clavados en nuestros reflejos. Si el amor sirve para esto, no hay nada que valga más la pena.
Conocimos un mundo nuevo en solo un ratito. Recuerdo en cámara lenta aquel beso. El que selló nuestra llegada al viejo mundo.
Las paredes de ladrillo hicieron de fondo a retratos nunca antes tomados. Nos dimos la mano y salimos de aquel lugar. La noche era demasiado joven para todo lo que nos faltaba descubrir.
(Invoqué tantas veces bajo el agua, con estos escenarios en mi sien.
Tantas veces escribí sobre estos segundos soñados a su lado.)
Fuimos a bailar ritmos locales a un lugar que encontramos de casualidad. [-:Por qué acá bailas sin vergüenza?]
Pasó la noche fugazmente. De manera despiadada pero amigable. Nos permitió recopilar imágenes a una velocidad asombrosa, aunque no pudimos frenar para observar desde afuera lo que nos pasaba.
Lo miré y analicé su perfil una vez más. Esta vez en otro lugar del mundo, aunque se veía igual de intrigante. Sonrió sin saberlo y sin querer, como tantas otras veces que no entiende por qué me rio así. Y vi que estaba escrito. O que El destino es sabio. O que nuestras almas se cruzaron una y otra vez infinitas veces antes, o que volverán a hacerlo miles más.
O 7?

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