En La Ciudad de Sylvia

Hoy recordé durante mi viaje en tren, esta película. La vi en el Bafici el año pasado, y había olvidado como deleité mis sentidos durante 90 minutos.

Un tributo a la belleza.

Sin tener que concentrarnos en la historia, dejamos que nuestros ojos se posen en las hermosas calles francesas de esas locaciones intrigantes, y busquemos a Sylvia en cada rostro de esas hermosas mujeres en un café disfrutando de un hermoso día.
Él, enamorado del amor, la busca desesperadamente, aunque sin siquiera recordarla.
Cuan hermoso es el amor a primera vista, y la desesperación de volverla a ver?
Cuan hermosa es la locura que lo mueve a caminar detrás de ella, sin saber siquiera quién es.
Hermosos son los viajes en silencios incómodos sin saber qué decir. Hermosas son las ganas de decir algo.
La música acompañaba sus sigilosos pasos detrás de una extraña, mientras que cada espectador lo seguía a él con la mirada. Observábamos sus bocetos a mano alzada de la belleza que encontraba a su paso, y la atesoraba en su cuaderno, como intentando evitar perder algo más.
Él, y sus hermosos ojos buscando eso que de tan bello se le escapó de las manos alguna vez.
Las miraba tratando de reconocerlas,
o encontrar a Sylvia en cada boca, en cada piel.
Las miraba escondiendo en esa tranquilidad silenciosa y hermosa la obsesión por una única musa.
A todas las miraba, pero ninguna era Sylvia.

O todas eran Sylvia.
Y él solo era un parisino enamorado
y hermoso
Xavier Lafitte

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