Una mañana de esas.

Se levantó demasiado temprano para estar de vacaciones.
Se llevó su sillita a la frontera del jardín con la calle de arena.
Se puso a leer un libro.
La mañana era fría pero prometía dejar tras ella, un dia hermoso.
Con el termo y el mate a los pies, pasaron las horas tempranas.
Sola, envuelta en silencio.
Levantó los ojos de las letras para ver cuánto había avanzado el amanecer.
Y los cerró por un momento para sentir lo azul del viento.

El sol ya se había plantado en el día para cuando él salio a saludarla,
con su café con leche en la mano, descalzo y con tranquilidad en su andar.
-: que temprano te levantaste...
-: esque me gusta la mañana en la playa.

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